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EMOCIONES AL SERVICIO DEL LIDERAZGO

Emociones al servicio del liderazgo

Una persona podrá olvidar lo que le hiciste o lo que le dijiste, pero nunca olvidará cómo la hiciste sentir. La frase anterior pone en evidencia la importancia que tiene la gestión inteligente de las emociones propias y ajenas, tanto en nuestra vida personal como laboral. Es por ello que la inteligencia emocional se ha convertido en una de las principales habilidades para el ejercicio de un liderazgo efectivo y una de las competencias más valoradas en el entorno organizacional contemporáneo.

La inteligencia emocional hace referencia a una combinación única de habilidades y competencias sociales y emocionales que influyen en la capacidad global para afrontar de forma eficaz las demandas y las presiones cotidianas del trabajo y de la vida.

LAS EMOCIONES SON CONTAGIOSAS

Si alguien llega a una reunión disgustado y esa emoción no es manejada, puede extenderse rápidamente a todo el grupo. De igual forma, una persona con buen sentido del humor puede hacer reír a todos. Las emociones son un circuito abierto. Asimismo, las emociones inciden directamente en la calidad de nuestro desempeño. Imaginemos al líder de un equipo que llega molesto a dirigir una reunión con su equipo de trabajo luego de pasar dos horas atascado en un tráfico infernal o el colaborador que se siente avergonzado después que su superior le ha llamado la atención en público por llegar unos minutos tarde a la sesión semanal de planificación. ¿Será que en ese momento su estado emocional les permitirá tener un buen desempeño y una interacción positiva con el resto de colaboradores?

La tarea fundamental del líder es emocional. En un grupo, el líder, más que cualquier otra persona, determina las emociones aceptadas, las emociones compartidas. Por lo tanto, es muy importante que el líder preste atención a la realidad emocional propia y del equipo, y cuide de ella.

La gestión inteligente de las emociones comienza con la autociencia, es decir, el reconocimiento de cómo mis sentimientos me afectan a mi y a los demás. El autoconocimiento emocional nos permite un mejor control de nuestros impulsos, de nuestra conducta. Recordemos que nuestro comportamiento está condicionado por la forma es que pensamos y los pensamientos, a su vez, están influenciados por lo que sentimos, por las emociones que nos embargan. Las personas que controlan sus sentimientos e impulsos son capaces de crear un ambiente de confianza y tranquilidad a su alrededor.

En la medida que aumenta la capacidad de reconocer las emociones predominantes que habitan en nuestro interior y la competencia para autogestionar más efectivamente nuestro comportamiento, también incrementa el nivel de consideración por los sentimientos ajenos. Esto es lo que comúnmente llamamos empatía. Finalmente, otro componente vinculado a la inteligencia emocional corresponde a lo que denominamos habilidad social, es decir, la generación de simpatía con el propósito de movilizar a la gente en la dirección deseada. La gente que es hábil socialmente tiende a tener un amplio círculo de relaciones y a crear un punto de unión con distintos tipos de personas.

Tenemos dos cerebros, dos mentes y dos clases diferentes de inteligencia: la racional y la emocional. El éxito consiste en encontrar la complementariedad y equilibrio inteligente entre razón y sentimiento. En otras palabras, armonizar cabeza y corazón. Sería ingenuo desconocer la importancia que tiene el coeficiente intelectual y las habilidades técnicas en el ejercicio del liderazgo. Pero en definitiva la receta no estaría completa sin la inteligencia emocional.

Carlos Arroyo