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EPÍLOGO A LA FELICIDAD: DECISIONES Y CONSECUENCIAS

Epílogo a la felicidad: Decisiones y consecuencias

“La vida se trata de elecciones”life is about choices -, he escuchado decir en repetidas ocasiones a una apreciada y cercana colega. No puedo estar más de acuerdo con esta frase. A lo anterior agregaría que cada elección o decisión que tomamos en la vida tiene determinadas consecuencias, en especial en lo relativo a nuestra felicidad. Es decir, cada decisión nuestra contribuye en mayor o menor medida – incluso puede atentar – a la búsqueda de ese estado emocional interno de paz, tranquilidad, bienestar, satisfacción y plenitud; el cual hemos venido denominando “Felicidad” en publicaciones anteriores.

Aunque resulta obvio y fácil decirlo, en la vida real es un tanto más difícil. No siempre es tan sencillo tomar decisiones sin tener que “sacrificar” un poco de felicidad. A veces tenemos que decidir entre un trabajo que nos gusta, una familia que amamos y un pasatiempo que nos encanta. A veces tenemos que decidir sobre temas que pueden afectar de alguna forma a las personas que queremos. A veces debemos decidir respecto a situaciones que cuestionan los valores dominantes de la cultura en la que hemos crecido, incluso nuestro propio sistema de creencias y valores.

LAS BARRERAS QUE INFLUYEN EN NUESTRAS DECISIONES, ESTÁN VINCULADAS A RESTRICCIONES PERSONALES, SOCIALES Y CULTURALES.

Por ejemplo, hay personas que han decidido conscientemente dedicar buena parte de su vida a la práctica de alguna actividad deportiva con tanto esmero y dedicación, que a mediano y largo plazo han tenido consecuencias negativas en sus relaciones afectivas, familiares o laborales. Hay quienes han optado por invertir sus mejores esfuerzos y la mayoría de su tiempo en un trabajo que les apasiona, lo que les ha supuesto distanciarse de los amigos con los que disfruta compartir o negarse la oportunidad de gozar con más frecuencia de su pasatiempo favorito. Es un asunto de decisiones y consecuencias, pero no siempre tenemos la certeza que la decisión que estamos tomando es la que, como resultado, nos hará más felices. Incluso no decidir es una decisión en si misma y también genera consecuencias. En pocas palabras, nuestra felicidad está directamente relacionada a las decisiones que tomemos y no podemos escapar a la responsabilidad de hacerlo. En ese proceso, las barreras que influyen en nuestras decisiones, y por tanto en nuestra felicidad, parecen estar vinculadas a tres círculos de restricción concéntricos. Estos círculos son personales, sociales y culturales.

El círculo personal está vinculado al miedo que nos provoca las posibles consecuencias a nuestras decisiones. La incertidumbre o inseguridad en cuanto al grado de felicidad que nos proporciona la decisión que adoptamos, incide en nuestra actitud, es decir, en la determinación que tengamos para decidir. Otro aspecto que corresponde al ámbito personal tiene que ver con la confianza en las capacidades propias para decidir y para asumir las consecuencias de dichas decisiones.

El círculo social está relacionado al miedo a la desaprobación de las personas más cercanas a nosotros. ¿Cuántas veces hemos escuchado que nos dicen “es por tu bien”?. Todos ellos tienen firmes opiniones sobre lo que deberíamos o no hacer con nuestras vidas. La mayoría cree saber qué es lo mejor para ti y, en algunas ocasiones, termina haciéndotelo creer. Es una especie de red de obligaciones y expectativas sociales que ponen “límites” a nuestras decisiones y acciones. Por ello la decisión de ir sobre seguro, de seguir el camino más fácil y cómodo, parece irresistible, en especial si se tienen dudas y miedos a no hacer lo que supuestamente es “correcto”. Para algunas personas es más sencillo evitar los conflictos, las presiones y contar con la aprobación de quienes les rodean.

El círculo cultural corresponde a poder entender los valores y formas de comportamiento que caracterizan a grupos sociales diferentes. La cultura es un sistema de permisos. Trata de las actitudes y comportamientos que son aceptables e inaceptables en las diferentes comunidades, aquellos que son aprobados y aquellos que no lo son. Por tanto, es poco probable que dicho sistema de permisos y restricciones no entre en nuestras consideraciones al momento de tomar una decisión, incluso puede llegar a condicionarla. En ese sentido, hay personas que para decidir consideran prioritario contar con el aval cultural a las consecuencias de sus decisiones.

El mensaje aquí no es tan simplista como “no dejes que nada se interponga en tu camino y en tu sueño de ser feliz”. Nuestra familia, nuestros amigos, nuestra cultura y nuestro lugar dentro de la comunidad, son importantes para nuestro sentido de realización personal y para sentirnos felices. Seguro tenemos ciertas responsabilidades para con todos ellos. El verdadero mensaje es que para hacer realidad el sueño de ser feliz, tienes buenas probabilidades de enfrentarte, más de algún momento, a uno o más de los tres niveles de restricción: el personal, el social y el cultural. Debes decidir si estás dispuesto a librar dicho enfrentamiento y sus consecuencias en caso que ello límite tu felicidad o si prefieres evitarlo.

Carlos Arroyo