AUTOCONOCIMIENTO EMOCIONAL: EL PRIMER PASO PARA SER EMOCIONALMENTE INTELIGENTE
Impartiendo un taller de inteligencia emocional pregunté a los participantes si alguien quería compartir en que parte del cuerpo se reflejaba alguna emoción en particular. Para mi sorpresa levantó la mano una religiosa, quien expresó con precisión “yo siento la ira en el dedo gordo del pie derecho”. Debo confesar que había escuchado casi todas las otras partes del cuerpo al hacer la misma pregunta (la cabeza, el estomago, la rabadilla, los hombros, etc), pero el dedo gordo y del pie derecho, nunca!!!
Compartió con el resto de participantes que la noche anterior al taller le toco viajar en bus de Costa Rica a Nicaragua y venía un grupo de hombres hablando soeces y haciendo referencias directas hacia su persona y la hermana que viajaba con ella. Sintió mucha indignación por la falta de respeto y estuvo a punto de enfrentar al grupo, lo cual probablemente hubiera resultado en una burla aún mayor por parte de los ofensores. Sintió como le palpitaba el dedo gordo del pie derecho al punto de tener que sacar el pie del zapato.
DE ALLÍ LA IMPORTANCIA DE CONOCERNOS A NOSOTROS MISMOS: QUE, PORQUÉ, CÓMO Y DÓNDE LO SENTIMOS.
Recordó que no era la primera vez que experimentaba esta situación, ya que en un par de ocasiones previas se había logrado percatar que cuando estaba muy enojada o indignada le palpitaba fuertemente el dedo gordo del pie derecho. Tomar conciencia de ello en ese preciso momento fue determinante para contenerse. El reconocer el “síntoma” le ayudó a gestionar de manera mas “emocionalmente inteligente” la situación.
Algunos colegas me tildan de tener “sangre fría” por no reaccionar de la manera esperada cuando recibo una noticia imprevista o atravieso una situación complicada; pero no se trata de tener la sangre fría ni caliente, al fin y al cabo la temperatura de la sangre en nuestro cuerpo siempre es la misma. Se trata de reconocer mis emociones y estar consciente de ellas. Es decir, se trata de reconocer que si experimento ira y reacciono de inmediato puedo hacer o decir cosas de las que posiblemente me arrepentiría cuando el “pico” de la emoción haya pasado. De igual forma, tomar decisiones en momentos que experimentamos una emoción de inmensa felicidad, momentos de euforia, puede traernos serias consecuencias a la larga. El ser humano en su condición mas primitiva reacciona de manera inmediata al experimentar una emoción, pero cuando logramos reconocer esa emoción (autoconocernos) y estamos conscientes cómo la estamos experimentando (autoconciencia), podremos indiscutiblemente gestionarla mejor y actuar mas inteligentemente convirtiéndonos así en personas emocionalmente inteligentes.
En el caso de la hermana, se refugió en la oración como mecanismo para tratar de ignorar las provocaciones de las personas que la molestaban, pues recordó que esta acción en el pasado le habían ayudado a resolver mejor situaciones de enoja similares. Quiero dejar claro que todos somos diferentes y que cada quien debe encontrar, a través del autoconocimiento y la autogestión, aquellas cosas que nos ayuden a superar la emoción del momento. La hermana encontró la suya, la puso en práctica y funciona para ella.
Recordemos que una de las características más importante de las emociones es que son efímeras, pero lo que decimos o hacemos producto de las mismas pueden despertar sentimientos que probablemente tengan un impacto a largo plazo, ya que a diferencia de las emociones, los sentimientos son mas duraderos en el tiempo y dejan una huella más significativa.
De allí la importancia de conocernos a nosotros mismos: qué sentimos, por qué lo sentimos, cómo lo sentimos, y dónde lo sentimos. Una vez que seamos capaces de responder a estas preguntas, decidiremos inteligentemente que queremos hacer con ello a fin de capitalizarlo de manera positiva a nuestro favor.