¿Camino al fracaso?

¿Camino al fracaso?

¿Quién busca conscientemente el fracaso? Por el contrario, siempre hablamos de la búsqueda del éxito como una las mayores aspiraciones del ser humano. Hace un par de semanas tuve la fortuna de reencontrar a una buena amiga. Conversando sobre las actividades profesionales a las que ahora nos dedicamos, le compartía mi pasión por los temas de liderazgo y coaching. En algún momento de la conversación, ella me expresó sus reservas acerca de la forma en que usualmente se abordan estos temas, en especial el énfasis de la literatura y los especialistas en el éxito y la felicidad, contrario a la escasa reflexión que se hace sobre el fracaso y sus causas.

Debo admitir que ese comentario despertó mi curiosidad por investigar un poco más sobre el tema y sistematizar algunas ideas que me gustaría compartir. Sin embargo, así como es necesario precisar a qué nos referimos cuando hablamos de “éxito”, también es indispensable aclarar qué entendemos por “fracaso”.

“El fracaso está vinculado al estancamiento o involución del individuo en cuanto a su desarrollo, y a su incapacidad de sentirse plenamente satisfecho”

En un sentido amplio el fracaso está vinculado, por un lado, al estancamiento o involución del individuo en cuanto a su desarrollo personal o profesional; y por otro, a su incapacidad de sentirse plenamente satisfecho con su vida (ausencia de plenitud). Desde esta perspectiva, es fácil entender por qué a la mayoría de las personas no les gusta hablar del fracaso…..porque es inevitable que en cierta forma se sientan aludidos y lo tomen como un ataque personal. En consecuencia, la primera reacción de los seres humanos cuando se habla de fracaso es de carácter defensivo y de confrontación con el mensajero, no con el mensaje.

En base a lo anterior, podemos identificar 5 prácticas que contribuyen significativamente al fracaso:

1. Resistencia al cambio
Una característica que se encuentra muy presente en las personas que fracasan constantemente es su resistencia al cambio y marcado conformismo. Suelen aferrarse casi de manera enfermiza a sus creencias y paradigmas mentales que rara vez logran trascenderlos. Los recursos y energías personales se invierten más en resistirse al cambio que en desarrollar nuevas capacidades para aprovechar las oportunidades que este ofrece. Su compromiso con un nuevo comportamiento o situación suele ser vacilante y siempre encuentran excusas para frenar y retroceder. Esto tiene dos consecuencias nefastas: primero, restringe el potencial de la persona a lo “viejo conocido” que le ofrece su limitada zona de confort; y segundo, contribuye a manejar de forma sectaria las conversaciones y relaciones interpersonales. En otras palabras, privilegian sólo aquellas interacciones que refuerzan su pensar, así como las relaciones con quienes no desafían su status quo.

2. Mentir compulsivamente
Las personas que fracasan en su vida recurren constantemente a la mentira como una práctica cotidiana y sin ningún tipo de remordimiento. La utilizan con tanta naturalidad en sus relaciones -familiares, laborales, sentimentales y sociales- , que llega a convertirse en un rasgo dominante de su personalidad, mal entendida como una “cualidad” vinculada a su astucia y viveza respecto a otros. Esto atenta contra su credibilidad y confianza, ya que quienes le rodean dudan de la veracidad/sinceridad de sus palabras, acciones y emociones. Como reza el famoso refrán “una mentira puede poner en duda mil verdades”, peor aún cuando se hace de forma repetida.

3. Excesiva preocupación por la vida ajena
Una tarde conversaba con un amigo que lucía visiblemente cansado. Al preguntarle por su aparente agotamiento, me confesó que había pasado varias horas la noche anterior “stalkeando” (revisando) el Facebook de unas personas. Pensé que se trataba de amigos que tenía tiempo de no ver, pero en realidad eran “conocidos de un conocido en común”. La gente que convive de cerca con el fracaso invierte gran cantidad de tiempo y energías en averiguar detalles de la vida de otros. Pasan más interesados en lo que hacen o dicen los demás que en su propio comportamiento y rendimiento. En consecuencia tienden a procastinar y perder la concentración en asuntos verdaderamente importantes para su desarrollo personal y vida laboral.

4. Empujar hacia abajo
Las personas y sociedades de éxito buscan como incentivar y promover a quienes tienen una nueva iniciativa o proyecto, a quienes intentan generar un cambio positivo en su entorno, a quienes con dedicación y esfuerzo han alcanzado ciertos logros académicos, artísticos, deportivos o profesionales dignos de reconocimiento. Se trata de alentar y potenciar el talento y la dedicación personal. En cambio en las personas y sociedades que fracasan existe una actitud proclive a criticar, desanimar e incluso descalificar a quienes luchan por superarse o promover nuevas ideas. En alguna medida quienes se acercan más al fracaso suelen ver las ideas diferentes y novedosas como peligrosas, por eso se apresuran a cuestionar a sus promotores. En lugar de empujar hacia la cima los esfuerzos y personas que intentan trascender las limitaciones propias del status quo, la lógica del fracaso es hundir, desacreditar y excluir cualquier intento contrario a sus preferencias y mapas mentales.

5. Resignación
Una actitud que conecta directamente con el fracaso es la resignación, entendida como la justificación ideal para explicar por qué no es posible hacer cambios y, de esa manera, alimentar los temores invisibles e inseguridades que mantienen a la persona encerrada en esquemas de vida que racionalmente no le satisfacen. Esta actitud se intenta explicar a través de la existencia de fuerzas o factores que superan la capacidad humana o bien debido a la responsabilidad/culpa que se le atribuye a terceros. Lo cierto es que la resignación opera mentalmente para hacer creer a la persona que es mejor que las cosas sigan igual o para validar su creencia de que un cambio “no conviene”. La resignación, por tanto, conlleva a una suerte de determinismo donde la persona evade su capacidad para cambiar el rumbo de su vida en busca de aquellas condiciones objetivas que le proporcionen desarrollo y plenitud.

“Quienes se acercan más al fracaso suelen ver las ideas diferentes y novedosas como peligrosas, por eso se apresuran a cuestionar a sus promotores”

¿Cuántos de estas prácticas están presenten en nuestros pensamientos y acciones cotidianas? ¿Cuántas de ellas, inconscientemente, se hayan bien integradas en nuestro comportamiento? Seguro existen muchas más prácticas que ayudan a labrar el camino hacia el fracaso personal y profesional. A veces resulta duro confrontarlas y cantarse uno mismo sus verdades, pero es indispensable hacerlo si queremos estar conscientes de ellas, evitarlas, gestionar activamente nuestro desarrollo y tratar de acercarnos a ese estado de plenitud que deseamos en nuestra vida.

Carlos Arroyo

Director de CLIP