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RE-ESCRIBIENDO EL PLAN

Re-escribiendo el plan

La temporada de Navidad y fin de año es propicia para invertir parte de nuestro tiempo en actividades que suelen ser gratificantes y edificantes por igual. Además de las tradicionales celebraciones, algunos aprovechamos para parar y reflexionar un poco sobre los logros obtenidos, definir nuevas metas para el próximo año, tener una amena conversación con amigos o familiares, viajar y conocer nuevos lugares, leer un buen libro o ver una entretenida película; entre otras alternativas. Sin duda que cualquiera de estas experiencias nos brinda una oportunidad de la que podemos sacar provecho.

Precisamente, en estos días tuve la oportunidad de ver una vez más la película “Agentes del destino”, con el célebre y recientemente cuestionado actor Matt Damon. Dicen que nunca vemos la misma película o leemos el mismo libro con los mismos ojos. Es decir, cada vez que volvemos a ellos encontramos y descubrimos detalles que antes pasamos por alto. En esta ocasión, la escena final de dicha película me reveló un mensaje sencillo, pero poderoso: el libre albedrío es un don que exige, ante todo, la determinación de luchar por él.

EL DETERMINISMO LIMITA LA CAPACIDAD QUE TIENE CADA INDIVIDUO DE RE-ESCRIBIR SU PROPIO PLAN CUANDO LAS CIRCUNSTANCIAS ASÍ LO REQUIERAN

Muchas personas pasan su vida viviendo “el plan” que otros eligieron para ellos, con temor a explorar nuevas opciones, sin arriesgar mucho para alcanzar lo que quieren en su propia vida. La excusa perfecta usualmente se resume en la frase “es el destino”. Es muy frecuente escuchar expresiones como “las cosas siempre pasan por algo”, “eso era lo mejor para todos”, “tal vez era un mensaje y no me convenía”, “ya todo está escrito”. En ese sentido, llama la atención el poder que tienen tales afirmaciones en el pensamiento y la conducta de los seres humanos. La fuerza que tiene “el destino” para muchas personas es en realidad sorprendente, pues una gran mayoría considera que su vida está, efectivamente predeterminada.

En términos simples, cuando las cosas se ponen difícil o no van como queremos es porque eso forma parte de “el plan”. Las adversidades las atribuimos al destino y las aceptamos con resignación porque asumimos que “el plan” que guía nuestra vida ha sido diseñado por una fuerza mayor a nosotros (“El Superior”, como lo llaman en la película). Sin pretender entrar en debates con connotaciones religiosas/espirituales, lo cierto es que el determinismo no hace ningún bien al espíritu de superación y menos a la capacidad que tiene cada individuo para reescribir su propio plan cuando las circunstancias así lo requieran.

Visto de esta manera, si enfermamos, diremos que es consecuencia del destino o de nuestra genética, evitando así tomar decisiones y acciones que mejoren nuestro estilo de vida. Si tenemos un accidente, afirmaremos que se trata de una advertencia, eludiendo que en realidad muchos accidentes ocurren por la falta de precaución y de mantener centrada la atención al conducir. Si no conseguimos un trabajo o si somos despedidos, diremos que el jefe nos tenía mala voluntad y que seguramente el destino nos espera con una empresa que “si nos valore”.

¿Qué pasaría si aceptáramos todo lo que nos viene dado y no hiciéramos nada por cambiarlo? En la vida real, para hacernos merecedores del don del libre albedrío, a veces tenemos que arriesgar todo y exigirnos al máximo para superar las dificultades y reescribir el plan que trata de imponernos “el destino”. Si creemos en las alternativas y en la posibilidad de elegir, tenemos que abandonar viejas creencias y costumbres, eludir el conformismo y la resignación para luchar por nuestras metas. Parecemos olvidar que la determinación con que lo hagamos puede terminar siendo una fuente de inspiración para otros, incluso para “El Superior”.

Las personas son lo que quieren ser, tomamos nuestras propias decisiones, tenemos libre albedrío y con ello asumimos responsabilidades y consecuencias porque eso nos hace humanos. Ese es el peso y el precio de nuestra libertad: podemos escribir nuestro destino y las decisiones que adoptemos nos llevarán a un lugar u otro, pero el camino debemos elegirlo cada uno de nosotros.

“TODO le puede ser quitado a un hombre, salvo una cosa, la última de las libertades humanas: elegir la propia actitud en cualquier conjunto de circunstancias, elegir el propio camino”, afirmaba Viktor Frankl. Nuestras elecciones diarias constituyen una de las fortalezas más importantes que tenemos como individuos, con las cuales construimos nuestro presente y más aún nuestro futuro.

¿Ya estás pensando y escribiendo tus metas del 2018? Piensa que tal vez haya necesidad, en algún momento, de reescribir el plan……tu plan! ¿Estás dispuesto/a a hacerlo?

Carlos Arroyo

Director